CAPÍTULO DIEZ

La abuela Lola los estaba esperando, Ana la había llamado por teléfono para decirle que tenían la caja y que irían a verla.
Cuando los vio entrar en el patio se fijó enseguida en la caja que traía Javi y exclamó:
-¡Cuantos recuerdos me trae esa caja! Catalina decía que era su caja de los tesoros.
-Abuela le vamos a leer lo que está escrito en el diario sobre esta caja –le dijo Ana sacando el diario y leyéndolo por la página que contenía la voluntad de Catalina, cuando hubo terminado de leer le entregó todas las cosas a doña Lola, ésta estaba muy emocionada y recogiendo la caja de manos de Ana y poniéndole la tapa les dijo : Si no os importa, prefiero ver el contenido esta noche, a solas, ahora estoy muy emocionada y me pondría a llorar, es mejor que continuéis leyendo el diario desde donde lo dejasteis.
-El otro día no pudimos continuar leyendo porque nos asustó mucho lo del gato, pero ahora el abuelo nos ha explicado que a veces ocurren cosas raras –le contó Nani. Pedro la interrumpió:
-Dice el abuelo que a lo mejor Catalina nos ha escogido a nosotros para que cumplamos sus deseos.
-Estoy de acuerdo con vuestro abuelo, Ana sigue leyendo por favor.

Ahora es por la noche y estoy sentada en la cama escribiendo en el diario, ya he dicho antes que hoy tengo todo el día una sensación rara, como de catástrofe. Cuando comíamos la tía tenía unos ojos muy raros, cuando le he preguntado si se encontraba bien, me ha mirado de una forma muy extraña, como si no me viera y no me ha contestado, el tío dice que es que está otra vez con su dolor de cabeza, ha estado todo el día muy rara; en cambio después de cenar parecía otra, nunca la he visto tan amable y mucho menos conmigo, hasta me ha subido un vaso de leche, que por cierto, se debe de haber equivocado con el azúcar y le habrá puesto dos veces porque estaba muy dulce, yo me lo he bebido porque para una vez que está amable conmigo no es cosa de hacerla enfadar.
Esta tarde ha venido Lola y ha traído unas rosquillas que hace su padre en la panadería, estaban buenísimas y hemos merendado estupendamente, lo hemos pasado muy bien.
No sé que me pasa, me siento muy pesada, con mucho sueño, los brazos y las piernas me pesan mucho, como si los tuviera dormidos, que raro debo de estar resfriándose; me voy a dormir y mañana continuaré escribiendo en el diario, espero tener fuerzas para guardarlo en la caja, no quiero dejarlo por aquí, para que nadie lo vea.

-Qué raro ya no hay nada más escrito.
Todos miraron a la abuela que lloraba en silencio y guardaron silencio respetando su dolor y esperando a que se recuperara, pasado un rato y un poco más calmada les dijo:
-No hay nada más escrito porque a la mañana siguiente la encontraron muerta en su cama, la última vez que la vi fue cuando estuvimos merendando esas rosquillas de las que habla en el diario, por eso recuerdo tan bien el día que se suicidó.
-Abuela –le dijo Javi– ¿No se da cuenta de lo que esto significa?
-No te entiendo hijo ¿Qué quieres decir?
-Lo que hemos leído en el diario. Catalina no se suicidó, su tía la envenenó.
-¡Toma! Pues es verdad –saltó Pedro– con el vaso de leche ¿verdad Javi?
-Sí, si os dais cuenta Catalina se bebió la leche y le entró sueño, dice que las piernas y los brazos le pesaban mucho, además una persona que piensa suicidarse no deja escrito en el diario que mañana seguirá escribiendo; las personas que se suicidan suelen dejar una nota, Catalina no hizo nada de esto.
-Estoy segura de que tienes razón Javi. –le contestó doña Lola– Por fin sabemos la verdad. En el pueblo, como no conocían a Catalina creyeron lo que dijo su tía, pero a mi siempre me costó trabajo creerlo, pero como era una cría nadie me hizo caso. Ahora entiendo muchas cosas, el tío se llevó a su mujer fuera del pueblo, dijo que se iban a vivir a otro sitio porque aquella casa sin Catalina era muy triste para ella; a mi aquello me extrañó mucho, porque sabía que su mujer no quería a Catalina. Con el tiempo supe que estaba encerada en un manicomio, siempre había estado desequilibrada, pero antes esas cosas se ocultaban.
-Abuela ¿qué pasó con el gato? –Le preguntó Nani.
-Es curioso que me preguntes eso Nani, el gato desapareció el mismo día que enterramos a Catalina, yo le busqué por todas partes, un día sin que me vieran me colé en la habitación de Catalina por si estaba allí encerrado, miré por todas partes, pero no lo pude encontrar, simplemente desapareció.

Las vacaciones habían terminado, al día siguiente todos se irían a sus respectivos lugares de residencia.
Ana y Javi decidieron que este año, por primera vez, se escribirían, así tendrían la impresión de que no estaban tanto tiempo sin saber el uno del otro y el tiempo que les faltaba para las próximas vacaciones se les haría más corto.
También acordaron que en las vacaciones de Semana Santa Nani iría con sus abuelos a Barcelona a visitarlos y así pasar esas fiestas con ellos.
Por la tarde fueron a despedirse de la abuela Lola.
-Abuela, venimos a despedirnos hasta el año que viene –le dijo Pedro.
-¡Hay hijos míos! No sé si estaré aquí el año que viene, los años no perdonan y yo ya tengo muchos. Por este motivo y porque me habéis hecho muy feliz al descubrir la verdad de lo que le pasó a Catalina, quiero daros algo para que tengáis un recuerdo mío y de ella; acércame la caja Javi. Mira Nani quiero que tu tengas la figurita de la bailarina, se que la cuidarás bien. Javi para ti será el anillo del padre de Catalina, no, no protestes, no protestéis ninguno, quiero que estas cosas las tengáis vosotros, nadie mejor que vosotros que habéis limpiado la memoria de Catalina; para ti Pedro quiero que tengas el diario, porque como dices que serás detective de mayor, así recordarás tu primer caso y para ti Ana el medallón, se que tu apreciarás en lo que vale el único retrato de Catalina y de su madre.
-Abuela no podemos aceptar estos regalos, todas estas cosas son muy valiosas y para usted tienen un gran valor sentimental –le dijo Ana.
-Ya os he dicho que no admitiré un no por respuesta. De verdad que quiero que sean para vosotros, además yo tengo mi jarrón y ahora gracias a vosotros tengo algo más precioso para mi que las cosas materiales. Se lo que pasó realmente, se que mi amiguita no se suicidó, que todo fue el resultado de una pobre mente enferma y eso me da tranquilidad. Ahora tengo lo que a mi edad más se valora en la vida que son los recuerdos.