Ana corre, ven deprisa, corre. –La que así chillaba era Nani que tiraba de su prima para llevarla donde ella quería, estaba muy alterada y temblaba de pies a cabeza.
-Nani ¿Qué te pasa? Por favor tranquilízate, dime que te pasa –le dijo su prima cogiéndola por los hombros para intentar tranquilizarla.
Nani hizo un esfuerzo e intentó serenarse, pero las palabras salían de su boca a borbotones.
-Corre, la ventana, es la ventana ¿ves como tenía yo razón? Corre date prisa, venga no te entretengas.
-Pero hija explícate un poco mejor ¿Qué es lo que te pasa? –En ese momento se les unió Pedro que había oído los gritos de Nani.
-Nani ¿Qué te pasa, estás loca?
Nani poco a poco consiguió dominarse y un poco más tranquila dijo:
-Es la ventana de la casa, creo que es la de la habitación en la que se perdió el gato ¿os acordáis que tenía las persianas cerradas? Pues ahora están abiertas y eso no es todo he visto una sombra blanca.
Ana soltando una carcajada le dijo:
-Una sombra blanca, que imaginación que tienes ¿dices que has visto un fantasma?
-Ya veo que no me crees, como siempre, pues te lo demostraré, venid conmigo y veréis si no digo la verdad. –Dijo Nani un poco ofendida al ver la incredulidad de su prima; salió corriendo y los dos hermanos la siguieron intrigados.
-¿Veis como tengo razón? ¿Qué, me creéis ahora? La persiana está abierta.
Al mirar hacia la casa vieron que efectivamente los postigos de la ventana de la habitación estaban abiertos, no podían ver bien el interior porque la ventana estaba bastante alta, pero se veía claramente que los postigos estaban abiertos.
-¡Eso si que es raro! –exclamó Pedro- siempre han estado cerrados.
-Siempre no –le contestó Nani– ya os había dicho que algunas veces los he visto abiertos, ¿me creéis ahora?
-Si Nani, perdóname por haber dudado de ti, la verdad es que es tan raro que me ha costado trabajo creerte. No volveré a dudar de ti.
Con paso resuelto Pedro fue hacia la casa. Su hermana intentó detenerlo pero él no le hizo ningún caso.
-Esto es que alguien ha entrado en la casa –dijo Pedro– voy a ver quien es.
Se dirigió hacia la verja y la empujó, el candado estaba cerrado.
-¡Vaya ahora está cerrado! ¡Qué tontos somos! Desde el día que estuvimos en la casa no hemos comprobado como estaba el candado. ¡Soy un burro! Vamos a preguntarle a Javi si él sabe como estaba el candado y de paso le enseñaremos la ventana.
Salieron hacia la casa de Javi, pero al llegar se encontraron con que su madre le había mandado al pueblo con un encargo y que aún tardaría un rato en volver. Decidieron ir al pueblo a buscarlo y cuando al fin lo encontraron le explicaron lo de la ventana abierta.
-¿Estáis seguros o me estáis gastando una broma? –preguntó incrédulo.
-Javi es cierto, lo hemos visto los tres.
Nani todavía un poco resentida porque nadie la creyera dijo:
-Yo he sido quien la vio primero y ellos no me creían, pero se lo he demostrado, les he demostrado que no miento.
-Nani por favor, ya te hemos pedido perdón y te he dicho que nunca más volveré a dudar de ti le rogó su prima.
Javi acabó con la discusión diciendo:
-Esperarme aquí que enseguida termino con los encargos de mi madre y podremos ir a ver la ventana. No tardo.
Salió corriendo y ellos se quedaron sentados en el banco de la plaza esperándole y tratando de desentrañar aquel misterio.
-¿Tú crees que será alguien que entra en la casa?
-Pues no sé Pedro, pero creo que es lo más probable.
-¿Y quién crees que será y que buscará, eh prima?
-Eso si que no lo sé, pero pienso que puede ser algún pobre que viva en la casa abandonada, o alguien que está buscando algo, allí hay muchas antigüedades y cosas valiosas.
-¿Y si son ladrones? –saltó Pedro– Seguro que son ladrones, lo que tenemos que hacer es volver a entrar en la casa y comprobar si falta algo, a lo peor se ha llevado todos aquellos muebles tan bonitos.
-No lo sé, lo que si sé es que tenemos que tener cuidado y pensar bien las cosas antes de hacer algo, que luego no tengamos problemas.
-¡Hay hija que prudente eres! –Contestó su hermano poniendo los ojos en blanco en el colmo de la desesperación– Mira por allí viene Javi.
Después de que Javi hubiese terminado sus tareas, se dirigieron a la casa y comprobaron que los postigos seguían abiertos y que el candado de la verja estaba cerrado.
-¿Y ahora qué hacemos Javi?
-Lo mejor será que nos escondamos y vigilemos la casa por si sale alguien; desde vuestro patio se puede ver bien sin ser vistos.
Buscaron por toda la tapia del muro que había en el patio, hasta que vieron un boquete entre los ladrillos, todos querían mirar a la vez, así que decidieron hacer turnos. Llevaban ya dos horas y empezaban a cansarse y aburrirse y todo seguía igual de tranquilo.
-¿Qué hacemos? Aquí no pasa nada, esto es un rollo. –Dijo Pedro.
-¿Tú eres el que quiere ser detective y ya estás cansado de vigilar?
- Lo que si está claro –dijo Javi– es que no podemos pasarnos todo el día aquí, lo mejor será que de vez en cuando, uno u otro echemos un vistazo y si alguno ve algo raro que avise a los demás. Ya es la hora de comer y nuestros padres se enfadaran si no vamos.
-Tienes razón –dijo Pedro que nunca perdonaba una comida– vamos a comer.
Después de comer Pedro se acercó a la tapia para seguir investigando, mientras su hermana y su prima fregaban los platos. Nani estaba secando un plato cuando entró Pedro chillando como un descosido, del susto a Nani se le cayó el plato al suelo.
-¿Mira lo que has hecho! ¡Jolines que susto!
-No te preocupes por un plato, la abuela no lo va a notar. Tengo una noticia bomba.
-¡Suéltala ya hombre! Y no nos des más sustos –le atajó su hermana.
-Los postigos están cerrados y el candado también.
-¿Cerrados? ¿Cómo sabes que el candado sigue cerrado?
-Al ver los postigos cerrados... –hizo una pausa intentando parecer misterioso– he saltado la tapia y he ido a comprobar el candado. Pero lo más misterioso es... Agarraos que ahora viene lo bueno: ¡En el suelo de tierra no hay ninguna huella!
-¡Si hombre! Eso no puede ser, al menos tienen que estar nuestras pisadas, las de esta mañana.
-Pues no señor ¡aquí el gran detective Pedro –exclamó al mismo tiempo que se daba un golpe en el pecho– mientras vosotras poníais la mesa, cogió la escoba de caña y barrió toda la calle y después la regó ¿Qué os parece mi ingenio?
Nani lo miraba embobada.
-¡Pero que listo eres, eres fantástico! ¡Maravilloso! ¡Único!
-Hay que reconocer que eso ha estado muy bien, has sido muy ingenioso –le dijo Ana a su hermano.
-Sí, tenéis que reconocer conmigo que no ha estado nada mal –dijo Pedro inflando el pecho y adoptando un aire de falsa modestia– Vamos a la playa que he quedado allí con Javi, además tengo que refrescarme un poco porque mi cabeza es un hervidero de grandes ideas y temo que si no me refresco me explotará.
-¡Uf que niño! Ahora estará una temporada insoportable.
Mientras se bañaban llegó Javi y se metió en el agua, Pedro enseguida le contó lo que había hecho.
-Bueno Pedro de vez en cuando tienes buenas ideas.
-¿Buenas ideas dices? GENIALES querrás decir.
-Vale, geniales. Yo creo que lo que tenemos que hacer ahora es volver a echar un vistazo a la casa.
Salieron todos del agua y fueron a cambiarse de ropa, quedaron en encontrarse frente a la verja de la casa abandonada.
Estaban ya los cuatro reunidos decidiendo lo que iba a hacer, cuando de pronto vieron al gato en lo alto de las escaleras de la entrada, en el mismo sitio que la vez anterior. Se dirigieron a la verja y con gran sorpresa vieron que el candado estaba abierto.
-¡Ostras! Esto ya es demasiado, ahora está abierto –dijo Pedro empujando la reja. Cuando llegaron hasta donde estaba el gato, el animalito hizo lo mismo que la otra vez saltó por la ventana, esta vez no había duda, el gato quería que lo siguieran, sin perder un momento pasaron dentro y vieron como el gatito subía las escaleras, los cuatro se miraron y sin dudarlo subieron detrás del gato que los condujo hasta la habitación.
Una vez dentro se dieron cuenta de que los postigos no estaban cerrados del todo y por las rendijas se filtraba la luz del atardecer, entonces Javi fue hasta la ventana y abrió de par en par los postigos.
-¿Por qué los abres? ¿No dijiste el otro día que era mejor tenerlos cerrados?
-Si, pero eso fue el otro día, ahora quiero ver bien al gato, no quiero que se nos escape como la otra vez.
La habitación se llenó de luz y esta vez pudieron contemplar bien y sin sombras lo bonita que era y lo limpia y arreglada que estaba. También se dieron cuenta de algo en lo que la otra vez no había reparado debido a la escasa luz de las velas; era una puerta que había en la pared y que al estar forrada con el mismo papel que la pared pasaba desapercibida; la abrieron y se encontraron con un armario pequeño que tenía tres estanterías; en la de arriba había una caja de cartón y al lado de la caja estaba el gatito mirándolos.
-¡Por fin! Aquí es donde te escondías –exclamó Ana alzando las manos para coger al gato. Pero una vez más parecía como si éste no quisiera se agarrado y de un salto escapó corriendo.
-¿Dónde vas ahora? ¡Qué gatito más travieso!
Mientras Ana y Nani estaban entretenidas tratando de coger al gato Javi y Pedro habían bajado la caja que estaba en la estantería.
-¡Eh! Mirar lo que hay aquí –dijo Javi y empezó a sacar el contenido de la caja depositándolo encima de la cama. Ana y Nani llenas de curiosidad se olvidaron del gato y se acercaron a la cama. Envuelta en un papel de seda encontraron una trenza de pelo de color castaño atada con un lazo cuyo color rojo se había desteñido con el paso del tiempo. También había unos guantes de un bonito encaje de color marfil, un pequeño medallón de plata de esos que al abrirlo tienen dos fotos, este contenía dos fotos muy antiguas, una era de una señora joven y la otra de una niña de unos dos o tres años.
-Estas pueden ser Catalina y su madre –dijo Ana un poco emocionada por el hallazgo.
También había dentro de la caja una pequeña figurita de porcelana de una bailarina y una sortija de oro con un sello.
-Eso puede que fuera de su padre o de su tío –dijo Pedro.
-Da un poco de cosas estar tocando estos recuerdos. No sé si está bien que lo hagamos –dijo Ana.
-Si está bien, estoy seguro, ¿no te has dado cuenta de que si el gato nos ha guiado hasta aquí es porque quiere que veamos todo esto?
-Pedrito otra vez dejando volar tu imaginación ¡mira que decir que el gato quiere que veamos todo esto! ¡Que ideas se te ocurren!
-Ana, la verdad, no creo yo que Pedro vaya tan descaminado, lo cierto es que la actitud del gato es muy extraña –respondió Javi.
-A mi no me metáis miedo ¿eh? ¿Qué queréis decir, que es un gato fantasma? –preguntó Nani agarrándose a la falda de su prima.
-Yo no creo en fantasmas Nani –le respondió Javi– pero tenéis que reconocer conmigo en que todo esto es muy extraño. Mirad lo que hay aquí -y diciendo esto sacó un libro cuyas tapas eran de cuero y en las que tenía grabadas con letras doradas la palabra DIARIO.
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