CAPÍTULO NUEVE

En la casa de los abuelos hoy era un día de fiesta, se celebraba el cumpleaños de la abuela y como cada año, se festejaba por todo lo alto. Toda la familia estaba atareada en la preparación; los más pequeños inflando globos y encargándose de la decoración, los hombres preparando las mesas y cuidando de que hubiese suficiente bebida fresca y las mujeres andaban atareadas en la cocina. Era típico cada año hacer las famosas tortitas de la abuela, parecía mentira las grandes cantidades que siempre se hacían, pero nunca sobraban.
Por la tarde empezaba la fiesta con una gran merienda, venía casi todo el pueblo y luego se hacía el baile que duraba hasta bien entrada la noche, se lo pasaban tan bien, que nadie tenía ganas de irse a sus casas. Las fiestas de la abuela eran famosas en el pueblo.
Por este motivo los chicos no habían tenido tiempo de intercambiar impresiones sobre su descubrimiento acerca del gato.
Ana estaba muy atareada haciendo viajes a la cocina para llevar más bandejas con pastas y otros deliciosos manjares, hacia el comedor, Javi se le acercó para ofrecerle su ayuda.
-¿Quieres que te ayude? Se te ve cansada.
-Te lo agradecería mucho Javi, me encanta celebrar el cumpleaños de la abuela pero es agotador aunque divertido ¿no crees?
-A todos nos gusta mucho la fiesta de cumpleaños que da tu abuela, creo que en el pueblo es toda una institución.
-No creo que sea para tanto, pero si que es verdad que viene mucha gente. Hay una cosa que me preocupa Javi, ¿has guardado bien la caja de Catalina?
-Sí, está en un sitio seguro, no te preocupes.
-He pensado en contarle al abuelo lo que me pasó el otro día y también lo que pensamos sobre el gato ¿tu qué opinas?
-Yo también lo he estado pensando, creo que no nos vendría mal otra opinión.
-Cuando estemos más tranquilos podríamos hablarle; espero que los chicos estén de acuerdo, luego se lo diremos.
Pasaban ya de las dos de la madrugada, cuando los últimos vecinos del pueblo se fueron a sus casas, solo quedaron los padres de Javi y los vecinos de la casa de al lado. Ana ya les había dicho a su hermano y a su prima que iban a contarle todo al abuelo. En cuanto vieron que su abuelo se sentaba en el porche a descansar, se sentaron junto a él y le contaron todas sus preocupaciones.
-Bueno chicos –les dijo el abuelo– Yo no me preocuparía demasiado queriéndole encontrar una explicación lógica a todo. A veces pasan cosas que son inexplicables, no sé porque, pero pasan y no hay que darles más vueltas. Llamarlas telepatía o como queráis, pero el caso es que pasan. Mirad vuestra abuela y yo teníamos una amiga, que ya murió la pobre, que tenía una hija.
Cuando la niña era un bebé, dormía en una cuna en la habitación de sus padres, una noche esta amiga estaba durmiendo y soñó que un bicho se estaba comiendo a su hijita, se asustó tanto que se despertó y cuando encendió la luz y miró hacia la cuna, vio que desde el techo bajaba hacia la cuna una araña negra muy grande que estaba muy cerca de la cara del bebé, ya os podéis imaginar el susto tan grande que se llevó, despertó a su marido gritando y entre los dos mataron a la araña. Es un fenómeno que no tiene mucha explicación, pero que sirvió para salvar al bebé de una buena picadura, o de algo más, porque la araña era venenosa.
Me habéis dicho que en el diario está la última voluntad de Catalina, voluntad que por cierto su tía no cumplió, pues a lo mejor todo esto que os pasa sirve para que se pueda cumplir su último deseo.
-Si, puede que sea así, puede que Catalina nos haya escogido a nosotros para que cumplamos sus deseos. Gracias abuelo –le dijo Ana dándole un beso.
-Terminar de leer el diario y no os preocupéis más. Y procurad divertiros que ya os quedan pocos días de vacaciones.

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