CAPÍTULO SIETE

¡Jolines Javi un diario! –dijo Pedro quitándoselo de las manos– Déjame verlo.
-Yo no estoy segura de que debamos de leerlo –dijo Ana cogiéndolo de las manos de Pedro -Un diario es una cosa muy personal.
-Pero que tonta eres hermanita, es que no ves que no pasa nada ¿no te das cuenta de que la persona que escribió ese diario lleva muchos años muerta y no le va a importar que lo leamos? Además ¿quien se va a enterar?
-Si prima es verdad, Pedro tiene razón no pasa nada ¿tú que opinas Javi?
-Yo opino igual que vosotros, no creo que tenga ya ninguna importancia.
-Vale, tres contra uno, vosotros ganáis.
Se acercaron a la ventana y se sentaron en el suelo.
-Ana léelo tu, si como creo es el diario de Catalina eres la más indicada.
-Está bien, pero me da un poco de cosa –Y abriendo el diario comenzó a leerlo– Es curioso no tiene fechas –Dijo pasando unas cuantas hojas.
-Es igual léelo prima que estoy impaciente.

Querido Diario hoy es mi cumpleaños, cumplo quince años, así que he decidido empezar un diario para contarle todos mis pensamientos y todo lo que me pase. Nunca antes había escrito un diario y creo que en esta fecha será muy apropiado empezarlo.
Estoy decidida a escribir aquí todo lo que me pase y cuando sea vieja se lo podré leer a mis nietos para que así conozcan mejor quien es su abuela.
La gente dice que estoy loca y que soy rara porque no tengo amigas, ni salgo a pasear por el pueblo, pero ¿qué saben ellos? No es verdad que no tenga amigas, tengo a Lola, la hija de la modista, viene a verme muchas tardes y lo pasamos muy bien juntas, así que no debo de ser tan rara; y si no voy al pueblo es porque mi tía no me deja, me tiene encerrada y dice que no se me ha perdido nada por el pueblo. La verdad es que estoy tan acostumbrada a estar sola que no encuentro a faltar a nadie, excepto a mis padres. También tengo a Rubito mi gato; a mi tía no le gustan los animales, así que tengo que tener a Rubito escondido, pero es muy listo y no hace nada de ruido. Quiero mucho a mi gato.
Aunque hoy es mi cumpleaños, no es un día feliz, estoy encerrada en mi habitación, en casa nunca se celebran mis cumpleaños, mi tía dice que es una tontería celebrar los cumpleaños.
Este diario me lo regaló ayer Lola ¡Que divertida y alegre es Lola! Si no fuera por ella y por mi gato creo que me moriría de pena.

-¡Qué triste! Pobrecilla –dijo Nani enjugándose una lágrima que corría por su mejilla.
-La verdad es que no fue muy feliz por lo que cuenta aquí. Sigue leyendo Ana.
-No Pedro, creo que es mejor que por hoy lo dejemos –le respondió Javi– Son más de las nueve y media y pronto se hará de noche y es mejor que no encendamos velas ni linternas que puedan verlas desde el exterior.
-Podríamos llevarnos el diario a casa y allí seguir leyendo
–dijo Nani.
-Lo mejor será que no lo saquemos de aquí, creo que debemos guardarlo todo donde estaba, mañana venimos otra vez y acabamos de leerlo.
-Si, será lo mejor, yo también creo que no debemos de llevarnos nada –dijo Ana.
Se levantaron del suelo y recogieron todo lo que había sacado de la caja, la volvieron a poner en el armario y decidieron que lo mejor sería dejar los postigos abiertos y salieron de la casa.
Cuando después de cenar se juntaron de nuevo en el porche, trazaron planes para el día siguiente y decidieron que a primera hora entrarían en la casa para seguir leyendo el diario, pues todos estaban impacientes por conocer más cosas de Catalina.
Aún no eran las nueve de la mañana, cuando Pedro, Ana, Nani y Javi estaban en la habitación de Catalina y sacaban el diario de la caja; estaban impacientes por continuar su lectura. Se sentaron en el suelo y en círculo alrededor de Ana y ésta dio principio a la lectura.

Como me gustaría que mi madre estuviera aquí. Casi no me acuerdo de ella; yo era muy pequeña cuando mamá murió, por eso no la recuerdo; solo tengo de ella el medallón con su foto y sus guantes de novia y de papá tengo su sello de oro.

-Esas cosas están en la caja –le interrumpió Pedro.
-Calla y deja que Ana pueda seguir leyendo.

Si mamá viviera seríamos muy felices estando aquí las dos juntas y no tendría que vivir mi tía conmigo. No sé porque pero mi tía no me quiere, lo noto, a lo mejor la rezón es porque se avergüenza de mi. Cuando vienen visitas siempre me encierra en mi cuarto; una vez que vinieron a vernos, yo me escapé y me escondí en el armario que hay en el salón para guardar la vajilla, tenía muchas ganas de ver quien venía a visitarnos y desde allí podía ver sin ser vista y pude oír como la tía les decía que yo era muy rara, que me había pedido que bajase a saludarlos y que yo me había negado. No sé porque me hace estas cosas. No lo entiendo; pero lo que más me duele es que cuando le pido que me cuente cosas de mi madre se enfada y me dice que está muerta y que es mejor que me olvide de ella. Una vez le pregunté a mi tío porque se ponía así cuando le preguntaba por mi madre y me dijo que mi tía lo había pasado muy mal cuando mi madre murió y que por eso no quería acordarse de todo aquello, yo no acabo de entenderlo, pero en fin ya no le preguntaré más.
Esta tarde vendrá Lola y he preparado una merienda en el cenador que hay en el jardín, llevaré a Rubito y estaremos los tres juntos; tengo ganas de que ya sea la hora.

De repente se oyó un ruido como el de una puerta cerrándose de golpe.
-¿Qué ha sido eso? –Preguntó Pedro, poniéndose de pie de un salto y muerto de miedo– ¿Lo habéis oído?
-Sí que lo he oído, ¿os habéis dejado la puerta de entrada abierta? –Preguntó Javi poniéndose de pie.
-Yo he sido el último en entrar y estoy seguro de que he cerrado la puerta –Dijo Pedro.
Nani y Ana se levantaron también.
-Voy a dar un vistazo, quedaos aquí. –Dijo Javi.
-De eso nada, donde vaya uno vamos todos –exclamó Nani agarrándose a su primo– ¿Verdad Pedro?
-Si Nani, iremos todos, si tenemos que salir corriendo lo mejor será que estemos juntos.
Los tres salieron de la habitación. Ana se quedó un poco rezagada porque quería guardar el diario en la caja. Los demás llegaron al final del pasillo y de pronto se dieron cuenta de que Ana no les seguía.
-¿Por qué no está Ana con nosotros? –Preguntó Pedro– Vamos a ver porque no viene.
Cuando entraron en la habitación vieron a Ana de espaldas y sentada encima de la cama, tenía la cabeza un poco levantada como si mirase al techo.
-¿Qué te pasa hermanita? ¿Por qué no vienes?
Ana no se movió siguió vuelta de espaldas y no le contestó. Javi dio la vuelta a la cama y miró a Ana, que estaba muy pálida.
-Ana, ¿Qué tienes, te encuentras bien? Ana contesta por favor –le dijo Javi. Como Ana no contestaba la cogió por los hombros y la sacudió– Ana ¿estás bien?
Pedro y Nani corrieron al lado de Ana asustados.
-Hermanita contesta, soy yo Pedro, ¿qué te pasa, que no me hablas?
-Prima ¿qué tienes? –Dijo Nani echándose a llorar. En ese momento Ana volvió en sí y como si no supiera lo que estaba pasando, los miró a todos y preguntó:
-¿Qué os pasa? ¡Qué caras más raras tenéis! ¿Por qué lloras Nani, que te ha pasado?
-¿Como que qué nos pasa? Si es una broma, no tiene gracia Ana –le respondió Javi un poco enfadado.
-No entiendo lo que dices Javi ¿de qué broma hablas?
Pedro asustado se volvió hacia Javi.
-Javi, mi hermana está mal, no se acuerda de nada, ella no nos gastaría una broma así.
-Vámonos de aquí, tengo miedo, por favor, vámonos –dijo Nani aún llorosa.
-Si, lo mejor será que nos marchemos –le contestó Javi
-¿Por qué hemos de irnos si estábamos muy bien aquí leyendo el diario? –les preguntó Ana extrañada del comportamiento de los demás.
-Ya te lo contaremos fuera, salgamos.
Salieron de la casa y se dirigieron al porche de la casa de los abuelos, por que a esa hora era el lugar más fresco de la casa, iban caminando en silencio, ninguno tenía ganas de hablar de lo ocurrido, excepto Ana que estaba intrigada por el comportamiento de sus amigos.
-¿Queréis explicarme lo que os pasa? Parece como si saliéramos huyendo.
Cuando estuvieron sentados a la sombra Nani trajo una jarra con limonada fresca y unos vasos.
-Ana, ¿de verdad no recuerdas nada? –le preguntó Javi.
-No, de verdad que no. Me estáis asustando de verdad.
-Pues chica, realmente tú sí que nos has asustado. Cuando salimos al pasillo, al ver que no venías detrás nuestro, volvimos a la habitación para ver porque te retrasabas. Al entrar te encontramos sentada en la cama, más blanca que la pared, mirando al techo y cuando te preguntamos que te pasaba, no nos contestaste, hasta que te sacudí por los hombros no reaccionaste. Nos diste un buen susto.
-¿Cuánto tiempo pasó desde que os disteis cuenta de que no estaba con vosotros hasta que os hablé? –le preguntó Ana.
-Pasaron unos buenos diez minutos.
-Pues no me acuerdo de nada. Solo recuerdo que estaba leyendo el diario y que oímos un gran golpe, ¿por cierto, que fue ese golpe?
-¿Y cómo quieres que lo sepamos? Si con el susto que nos diste se nos olvidó todo lo demás querida hermanita –le respondió Pedro bastante más recuperado del susto que había pasado.
-¿Prima estás bien? –le preguntó Nani todavía recelosa.
-Si Nani, estoy bien, aunque la verdad es que estoy muy cansada, como si hubiese estado picando piedras todo el día.
En ese momento la abuela les llamó para ir a comer.
-¡Jolines con todo este jaleo no me había dado cuenta de lo tarde que es! Además estoy hambriento –exclamó Pedro volviendo a ser el de siempre.
-Es verdad que ha pasado el tiempo volando, me alegro de que estés bien Ana, por la tarde ya nos veremos, adiós –saludó Javi marchándose hacia su casa.
Ana se sentía cansada, sin ganas de comer y le dolía la cabeza, se tomó una aspirina y se tumbó un rato en la cama. Después de comer Nani fue a ver como se encontraba.
-¿Duermes prima?
-No duermo pero estoy muy cansada, no tengo ganas de levantarme, ¿a ver si me voy a resfriar?
-¿Te traigo un termómetro? –le preguntó solícita.
-No hace falta, no creo que tenga fiebre, pero me quedaré un rato más en la cama porque me está entrando sueño.
Nani salió cerrando la puerta y fue a buscar a su primo que estaba en casa de Javi jugando al parchís.
-Ana no se encuentra bien, dice que está muy cansada y que no tiene ganas de levantarse.
-Déjala que descanse, si más tarde no se le pasa y no se encuentra mejor, le explicaremos a tu tía lo que ha pasado, por si es necesario llamar al médico.
Pero a media tarde Ana se levantó y los encontró sentados en el porche con caras de preocupación.
-¡Vaya caras! Parece que estéis en un funeral.
-¡Ana! ¿Estas bien? –dando un salto Pero corrió hacia su hermana– ¿Cómo estas?
-¡Claro que estoy bien! Solo estaba un poco cansada, eso es todo. ¿Qué pasa, que hoy no nos bañamos?
-Si tienes ganas de bañarte es buena señal, eso quiere decir que ya te encuentras mejor; ¡venga vámonos al agua! –exclamó Javi mirando a Ana con unos ojos en los que no podía ocultar la alegría que sentía al ver a Ana recuperada.
Una vez en la playa empezaron a jugar en el agua y se olvidaron de todas las preocupaciones anteriores. Estaban tumbados en la arena, cuando Ana se levantó de un salto y exclamó :
-¡Ya me acuerdo, ahora me acuerdo de todo!
-Cuéntanoslo ¿Qué es lo que recuerdas?
-Pues veréis, cuando salisteis para investigar lo del golpe, yo pensé que deberíamos guardar el diario en su sitio, así que me fui a la cama donde estaba la caja y de repente ya no estaba en la habitación, si no en el cenador del jardín, sentada en una silla alrededor de la mesa, a mi lado habían dos chicas charlando y merendando, una tenía en su falda un gatito, muy parecido al gato que siempre estamos siguiendo. La que tenía el gato era morena y un poco mayor que la otra; ahora que lo pienso, ellas estaba hablando, pero yo no oía sus voces, tampoco ella me oían a mi, porque yo les hablé y ellas no me contestaron ni siquiera me miraron, como si yo no estuviera allí. Ellas seguían merendando y de repente me encontré otra vez en la habitación y con todos vosotros mirándome con unas caras muy raras.
-Eso es que lo has soñado, como estabas leyendo en el diario lo de la merienda, pues te lo has imaginado –dijo Javi.
-¡Qué va! Eso es que ha visto los fantasmas de Catalina y de Lola –dijo muy serio Pedro.
-Si claro, que listo eres Pedro –le respondió Ana con voz irónica– el fantasma de Lola ¿no? Pues que yo sepa la señora Lola vive todavía.
-¿Sabéis que creo? –les interrumpió Nani– Creo que deberíamos de ir a ver a la Abuela Lola y contarle todo esto.
-Muy buena idea Nani, vamos a verla, creo que le gustará saber que hemos encontrado el diario de Catalina y que habla de ella –le dijo Ana poniéndose de pie– Vamos a vestirnos y vayamos a visitarla, además le prometimos que iríamos a verla.

No hay comentarios: